
Actualización: abril 22, 2025 por David Forero
En la cocina se cruzan dos temas que afectan cómo se vive el espacio: el consumo de energía y la calidad del aire. Cada vez que se prende el horno, se hierve agua o se prepara una receta a fuego lento, el ambiente se carga de grasa, humedad y calor. Si el aire no circula bien, todo eso se queda. Y si los equipos funcionan más de lo necesario, la factura lo refleja.
En Spacios Integrales abordamos estos dos temas como parte del diseño mismo. Una cocina bien pensada puede ventilar mejor sin depender del extractor todo el día, y puede funcionar con menos consumo sin que cocinar se vuelva una tarea difícil.
¿Por qué las cocinas gastan más de lo que parece?
La cocina es uno de los espacios que más energía consume en una vivienda, esto es porque en ella coinciden equipos de alto consumo como hornos, estufas, campanas y neveras, pero también se suman muchos pequeños usos mal gestionados que elevan el gasto.
Incluso cuando se cocina poco, hay aparatos que están conectados todo el día y otros que se usan con más potencia o más tiempo del necesario. Esta combinación puede representar más del 30 % del consumo eléctrico mensual en una casa.
Equipos que más energía consumen en la cocina
Algunos electrodomésticos son responsables de buena parte del consumo energético mensual, especialmente cuando se usan con frecuencia o no se han actualizado en años. A continuación, una guía con rangos de consumo aproximados para entender mejor su impacto:
- Horno eléctrico: entre 1.5 y 2.5 kWh por hora. Es uno de los aparatos más intensivos en consumo, sobre todo si se usa por tiempos prolongados o para precalentamientos innecesarios.
Estufa eléctrica (serpentín o placa vitrocerámica): entre 1.2 y 2.0 kWh por hora, dependiendo del tamaño de la hornilla y el tipo de resistencia. - Estufa de inducción: entre 0.9 y 1.5 kWh por hora, aunque con mejor aprovechamiento térmico. Al calentar solo la base del recipiente, reduce el tiempo de cocción y, en muchos casos, el gasto total.
- Microondas: hasta 1.5 kWh si se usa durante varios minutos continuos, aunque en usos breves y controlados es más eficiente que el horno convencional.
- Campana extractora: entre 0.1 y 0.25 kWh por hora. Aunque parece menor, si se deja encendida más tiempo del necesario, el gasto se acumula.
- Refrigerador: entre 0.8 y 1.2 kWh diarios. Los modelos antiguos, o con sellos en mal estado, pueden consumir hasta el doble para mantener la temperatura interna.
- Iluminación halógena: gasta hasta cinco veces más que una luminaria LED de igual intensidad. Si se usa como única fuente de luz, representa un gasto innecesario sostenido.
Estos valores sirven como referencia para detectar qué aparatos podrían estar elevando el gasto sin aportar mayor eficiencia. Revisar su estado, ajustar su uso o sustituirlos por versiones más recientes puede tener un efecto directo en la factura mensual.
Cómo se desperdicia energía sin darse cuenta
Gran parte del gasto en la cocina no depende de lo que se cocina, sino de cómo se usan los equipos. Algunos errores frecuentes:
- Apagar el horno unos minutos antes permite aprovechar el calor residual y ahorrar energía sin afectar la cocción.
- Tapar las ollas reduce el tiempo de cocción, genera menos vapor y evita que la grasa se disperse en el aire.
- Usar la hornilla del tamaño justo evita desperdiciar calor y reduce la necesidad de ventilación extra.
- Usar la campana solo cuando hace falta evita gasto innecesario y prolonga su vida útil.
También se pierde energía cuando los electrodomésticos no reciben mantenimiento. Una nevera con los sellos deteriorados, o una campana con filtros saturados, necesita más esfuerzo para cumplir su función. Lo mismo ocurre con bombillas viejas o mal ubicadas, que permanecen encendidas más tiempo o consumen más de lo necesario.
También podrías leer:Greige: el color que está reemplazando al blanco en cocinas este 2025¿Qué pasa con el aire en una cocina?
Cada vez que se cocina, el aire cambia. No es el olor, sino lo que se libera en el ambiente: vapor de agua, grasa, partículas finas y compuestos volátiles que se desprenden especialmente al freír, saltear o gratinar. Estos elementos no desaparecen por sí solos. Si no hay una salida, quedan suspendidos en el aire y se distribuyen por toda la casa, incluso en cocinas abiertas.
Aunque la mayoría de las campanas incluye filtros de grasa, su capacidad se reduce cuando no se limpian o se reemplazan con frecuencia. En cocinas con poca ventilación o con extractores mal instalados, ese aire cargado se acumula y deja rastros: olores que no se van, superficies pegajosas y una sensación constante de humedad en el ambiente.
Si el aire se queda atrapado, los olores y la humedad no desaparecen. Por eso, ventilar bien es muy importante. Aquí te mostramos cómo hacerlo sin aumentar el gasto.
¿Cómo ventilar bien y reducir el consumo?
La ventilación en la cocina no solo depende del extractor. Se debe mover el aire para sacar lo que no debe quedarse: grasa en suspensión, humedad, humo y olores. Para lograrlo, hay tres formas posibles: natural, mecánica o una combinación de ambas. No todas requieren energía, pero todas deben estar bien pensadas para funcionar.
Ventilación natural
Es la forma más directa y sin consumo eléctrico. Consiste en permitir la entrada y salida de aire fresco por medio de ventanas o rejillas. Cuando se ubican en lados opuestos, se genera una corriente que arrastra el aire hacia fuera.
Ventilación mecánica
Se refiere a todo sistema que use un motor o ventilador para extraer aire. En las cocinas, esto incluye las campanas extractoras, los sistemas de extracción en falso techo y algunos ventiladores de pared.
Las campanas con salida al exterior son las más efectivas: succionan el aire contaminado y lo expulsan directamente fuera de la vivienda. Las campanas de recirculación, en cambio, filtran el aire con carbón activado y lo devuelven al ambiente. Funcionan bien solo si se mantienen los filtros limpios y si la cocina no genera un exceso de grasa.
Un error común es dejar la campana encendida todo el tiempo, creyendo que eso mejora la ventilación. Lo que logra es aumentar el consumo y reducir la vida útil del equipo.
Ventilación mixta
La mejor solución suele ser una combinación. Aprovechar la ventilación natural cuando es posible, y reforzarla con un extractor que trabaje de forma puntual y efectiva. Encender la campana unos minutos antes de empezar a cocinar, mantenerla activa durante la preparación y apagarla poco después suele ser suficiente. Dejarla encendida más tiempo solo aumenta el gasto sin mejorar el resultado.
También podrías leer:¿Por qué usar Silestone o Dekton en tu mobiliario de cocina?Una buena ventilación es más que abrir una ventana. No todas las campanas funcionan igual, por eso hay que escoger la adecuada. Veamos por qué.
¿Qué tipo de campana limpia el aire sin disparar la factura?
La campana extractora cumple dos funciones: eliminar el aire cargado de grasa, humedad y calor, y evitar que ese aire se disperse por el resto de la vivienda. Pero no todas las campanas funcionan igual, ni todas se adaptan a cualquier cocina. Hay diferencias importantes en su tecnología, instalación y eficiencia energética.
Una elección equivocada puede llevar a tener un equipo encendido todo el tiempo sin resultados visibles. Por eso es importante entender qué opciones existen y cómo influyen en el consumo y en la ventilación real del espacio.
Tecnología que ayuda a reducir el consumo
Algunas campanas disponibles en el mercado incorporan funciones diseñadas para mejorar el rendimiento de las cocinas sin elevar el gasto:
- Motores de alta eficiencia (como los brushless): consumen menos energía, generan menos ruido y requieren menos mantenimiento que los motores tradicionales.
- Velocidades ajustables: permiten regular la extracción según la cantidad de vapor. En la mayoría de los modelos, este control es manual.
- Iluminación LED integrada: mejora la visibilidad sobre la zona de cocción sin añadir consumo innecesario.
- Sensores de vapor: presentes en modelos de alta gama, activan y regulan la campana automáticamente según las condiciones del ambiente.
Estas funciones ayudan a que la campana trabaje cuando se necesita y descanse cuando no hace falta, lo que mejora el rendimiento general sin complicar su uso.
Tipos de campana según su ubicación en la cocina
Una campana mal ubicada o que obstaculiza la circulación de aire termina siendo ineficiente, aunque tenga buena tecnología. Estas son las opciones más comunes:
- Campanas de pared: instaladas directamente sobre la estufa, son eficaces y fáciles de mantener. Visualmente ocupan espacio, por lo que conviene integrarlas bien al diseño general.
- Campanas tipo isla: pensadas para cocinas abiertas donde la zona de cocción está en el centro. Se cuelgan desde el techo y deben tener buena potencia para cubrir el espacio libre que las rodea.
- Campanas de techo: se empotran en el cielorraso y quedan casi invisibles. Algunas se pueden bajar para limpieza o para mejorar la extracción durante el uso.
- Campanas integradas en mueble: quedan ocultas dentro de una alacena o módulo superior. Se despliegan solo al usarlas y se integran con cocinas de líneas limpias y acabados discretos.
- Campanas downdraft (de superficie): emergen desde el mesón, justo al lado de la estufa, y se retraen cuando no se necesitan. Son útiles cuando se busca una vista despejada y una cocina sin elementos colgantes.
Cada una tiene ventajas, pero su rendimiento depende del tipo de cocina, de lo que se cocina a diario y de cómo circula el aire en el entorno. Lo más importante es que esté bien instalada, con ducto o filtros adecuados, y que se utilice según su capacidad real, no como adorno.
También podrías leer:Melamina Kaindl: versatilidad, higiene y estética natural en tu mobiliario de cocina